Bombino
En 2007, Bombino
todavía no tenía 30 años y ya había visto demasiado. Estaba a punto de
volar a Burkina Faso en el que era su segundo exilio de su Niger, el pais donde crecio
, un país signado por las rebeliones del pueblo tuareg y las sangrientas represiones militares como respuesta. Esta vez, sentía el peligro de cerca: dos miembros de su banda habían sido detenidos y ejecutados por las Fuerzas Armadas. ¿El motivo? El gobierno había decidido censurar a todos los artistas que usasen guitarras eléctricas y ellos decidieron seguir tocando.“Ni siquiera en ese momento pensé en retirarme de la música”, asegura Bombino, que se presentara en Nicete los dias 15 y 16 de febrero junto a los espiritus “Si algo lograron, fue que me convenza aún más de que debía seguir tocando”. Como un guiño del destino, la carrera musical del cantante y guitarrista africano nacido en 1980 en la desértica ciudad de Agadez comenzó su curva ascendente. Su música, que suena a Jimi Hendrix bailando en el Sahara, llamó la atención de varios músicos de Occidente y sus últimos dos discos (Nomad y Azel) fueron producidos por Dan Auerbach, de The Black Keys, y Dave Longstreth, de The Dirty Projectors, respectivamente. Pero este presente exitoso es el punto de llegada de un camino arduo. Bombino vio una guitarra eléctrica por primera vez en televisión. A sus 10 años, se exilió con su familia a Argelia, y los videos de Jimi Hendrix y Mark Knopfler le mostraron otro mundo posible. “Podía ver en sus caras como descargaban todos sus sentimientos”, recuerda. “Ahí me di cuenta de lo que quería: que la guitarra se convierta en mi vía de escape, mi pasaje a la libertad”. De inmediato, los parientes que le daban alojo a Bombino y su familia le dieron una guitarra eléctrica y comenzó a tocar de manera autodidacta. “La música era todo lo que tenía en ese momento, dejar de tocar hubiese significado dejar de vivir”. Alentado por el suceso de bandas locales como Tinariwen, Bombino se sumó al revival de la música tuareg, que encontró en el blend entre instrumentos autóctonos y guitarras eléctricas una actualización capaz de llegar a los jóvenes de Argelia y encontrar eco en el resto del mundo. “Siento que ese es mi deber, difundir la música y la cultura tuareg como forma de alegría y celebración por todo el mundo”, resume. “Espero que mis shows comuniquen amor, fraternidad y entendimiento mutuo entre todas las personas”. Con 38 años y reconocido en el mundo entero por su estilo que combina la música de sus propias raíces con el blues sureño, Bombino es consciente de que su música es producto de una vida dura en un contexto al que no todos lograron sobrevivir. “Tener que abandonar tu país sin saber cuándo vas a poder volver es un muy duro”, afirma. “Sentís que estás en cautiverio, son cosas que te roban la humanidad. Pero pienso que la música tiene que representar todo lo opuesto. Unir a las personas y transmitir alegría es lo más importante a lo que un músico puede aspirar”.
, un país signado por las rebeliones del pueblo tuareg y las sangrientas represiones militares como respuesta. Esta vez, sentía el peligro de cerca: dos miembros de su banda habían sido detenidos y ejecutados por las Fuerzas Armadas. ¿El motivo? El gobierno había decidido censurar a todos los artistas que usasen guitarras eléctricas y ellos decidieron seguir tocando.“Ni siquiera en ese momento pensé en retirarme de la música”, asegura Bombino, que se presentara en Nicete los dias 15 y 16 de febrero junto a los espiritus “Si algo lograron, fue que me convenza aún más de que debía seguir tocando”. Como un guiño del destino, la carrera musical del cantante y guitarrista africano nacido en 1980 en la desértica ciudad de Agadez comenzó su curva ascendente. Su música, que suena a Jimi Hendrix bailando en el Sahara, llamó la atención de varios músicos de Occidente y sus últimos dos discos (Nomad y Azel) fueron producidos por Dan Auerbach, de The Black Keys, y Dave Longstreth, de The Dirty Projectors, respectivamente. Pero este presente exitoso es el punto de llegada de un camino arduo. Bombino vio una guitarra eléctrica por primera vez en televisión. A sus 10 años, se exilió con su familia a Argelia, y los videos de Jimi Hendrix y Mark Knopfler le mostraron otro mundo posible. “Podía ver en sus caras como descargaban todos sus sentimientos”, recuerda. “Ahí me di cuenta de lo que quería: que la guitarra se convierta en mi vía de escape, mi pasaje a la libertad”. De inmediato, los parientes que le daban alojo a Bombino y su familia le dieron una guitarra eléctrica y comenzó a tocar de manera autodidacta. “La música era todo lo que tenía en ese momento, dejar de tocar hubiese significado dejar de vivir”. Alentado por el suceso de bandas locales como Tinariwen, Bombino se sumó al revival de la música tuareg, que encontró en el blend entre instrumentos autóctonos y guitarras eléctricas una actualización capaz de llegar a los jóvenes de Argelia y encontrar eco en el resto del mundo. “Siento que ese es mi deber, difundir la música y la cultura tuareg como forma de alegría y celebración por todo el mundo”, resume. “Espero que mis shows comuniquen amor, fraternidad y entendimiento mutuo entre todas las personas”. Con 38 años y reconocido en el mundo entero por su estilo que combina la música de sus propias raíces con el blues sureño, Bombino es consciente de que su música es producto de una vida dura en un contexto al que no todos lograron sobrevivir. “Tener que abandonar tu país sin saber cuándo vas a poder volver es un muy duro”, afirma. “Sentís que estás en cautiverio, son cosas que te roban la humanidad. Pero pienso que la música tiene que representar todo lo opuesto. Unir a las personas y transmitir alegría es lo más importante a lo que un músico puede aspirar”.
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